Blog

La salud a contramano

 

 

 Por Alejandra Sánchez Cabezas*

Nos preocupamos porque, a pesar de lo que mostró la pandemia, la salud sigue perdiendo lugar en la agenda pública y, sólo ocasionalmente, ocupa un espacio para hablar de cosas muy concretas: vacunas, ocupación de camas, casos de mala praxis o algún otro evento aislado; pero la salud no es tema de debate, y mucho menos de reflexión de fondo en conversaciones de calidad.

Esta situación genera dolor y desorientación, a continuación voy a plantear algunas líneas que pueden ayudar a orientarnos.

Sin intención de cerrar el tema, ya que excede a este artículo, les propongo un acuerdo parcial por un momento, acordar durante unas pocas páginas definir a la salud como la capacidad de interactuar con el entorno de manera positiva[i]. Esta definición, entre otras cosas, permite iluminar a las relaciones humanos (y no humanas) como el eje para pensar a la salud y su rol social, y permite conceptualizar al proceso salud-enfermedad-atención-cuidado en dos direcciones. Por un lado, a partir de las relaciones sociales que producen las estrategias -formales e informales- de atención y cuidado y por otro, pensar a la salud y a la enfermedad como fruto de las relaciones sociales que la determinan[ii]. Si sostenemos este acuerdo, son los vínculos en donde debemos hacer pie para reflexionar sobre por qué la salud no está en la salud.

A partir de estas premisas, y para analizar algunas de las causas por las cuales la salud no está en la agenda, las/os invito a preguntarnos cuál es el contexto social en el que se inscribe el campo de la salud y cuáles son los modos culturales dominantes y sus formas de construir subjetividades.

Para eso propongo reflexionar sobre uno de los emergentes sociales que me parece más relevante: el surgimiento de los populismos extremos de derecha que, a pesar de que ocuparon un rol tan tristemente célebre durante la pandemia, siguen fortaleciéndose. Estos grupos sociales son muy relevantes porque, desde un punto de vista politológico, ponen en evidencia la profundización del viejo neoliberalismo que tan duramente golpeó a Latinoamérica y la dificultad de los movimientos progresistas para construir hegemonía y para conquistar mentes y corazones[iii] y porque en un año electoral advierten sobre los riesgos que constituyen las derechas, cada vez más, radicalizadas. Siguiendo esta línea, y para comprender el impacto que el neoliberalismo tiene en la construcción de subjetividades, debemos volver sobre algunas de las bases ideológicas de esta línea de pensamiento. Veamos que dicen sus fundadores. Lo más relevante, son sus afirmaciones de que, entender a la sociedad como un sentimiento de corresponsabilidad ciudadana por un destino común, no sólo es un error conceptual, sino que conspira contra las libertades individuales. Y que pensar en términos de tejido social es una expresión de ideas utópicas e impracticables que perjudica a los individuos y constituye la base de los totalitarismos[iv]. Comprender las bases ideológicas del neoliberalismo, no sólo explica las razones por las cuales estas corrientes ideológicas niegan los derechos de las minorías y de las poblaciones vulneradas y desprecian las ideas de compromiso, inclusión y justicia social, al considerarlas “barreras al progreso y a las libertades individuales”[v],[vi],[vii]., sino también porque nos permite comprender por qué, para este tipo de pensamiento, las estrategias de cuidado ocupan un rol secundario.

Para Wendy Brown, filósofa y politóloga estudiosa de estos procesos, algunos de estos grupos suman a esta visión de la sociedad de una suma de individuos que compiten entre sí, sentimientos de resentimiento, enojo y frustración que los hacen aún más peligrosos. Afirma además que a través de estos grupos, la sociedad expresa el enojo por la pérdida que los privilegios de blanquitud, cristianismo y masculinidad garantizaban a ciertos estratos sociales. La frustración por la declinación de un pasado idealizado de familias felices, completas y heterosexuales. Y el resentimiento por la caída del sueño de una sociedad “limpia, prolija y ordenada” de mujeres y minorías raciales silenciosas y subalternizadas que hacían creer en un mundo homogéneo y seguro, en los que el cristianismo y la blanquitud constituían una identidad manifiesta a la que se le prometía progreso[viii].

Estos grupos minoritarios expresan una manera de habitar la sociedad, que si no tuviera consenso activo, no se atrevería a manifestar y por lo tanto nos muestran la dificultad para construir hegemonía sobre el bien común, y para construir mundos más diversos, más tolerantes y más habitables para todas y todos.

Por su parte, Rita Segato habla del antagonismo entre dos tipos de políticas. Las políticas de los vínculos y las políticas de las cosas. Esta autora refiere que existe una contradicción entre los proyectos históricos que priorizan los vínculos por sobre las cosas y que invierten en cosas para crear y sostener vínculos. Contra proyectos políticos que Segato denomina políticas de las cosas o pedagogías de la crueldad, donde el eje está puesto en las cosas, que priorizan las prácticas que transforman la vida -y a las personas- en cosas, y en el que los vínculos sólo tienen valor si sirven para obtener cosas. Ante las políticas que representan economías del buen vivir, que derrumban los muros que encapsulan los espacios individuales y que construyen un tipo de acción política capaz de reorientar la historia en la dirección de una felicidad mayor, pautada por el fin de la prehistoria patriarcal de la humanidad, se alzan grupos que reivindican el machismo, los individualismos autoritarios, la portación de armas y las políticas anti migratorias. Ambos, contradictorios, antagónicos y excluyentes entre sí[ix].

Nada de lo que ocurre en la sociedad nos es ajeno y nada se expresa públicamente si no hay una cierta aceptación social -aunque sea pasiva y silenciosa-. Por eso, consideramos que el surgimiento de estos grupos no es sólo el enojo de unos pocos, sino la puesta en escena de las políticas de las cosas que expresan su enojo ante los avances de los movimientos de mujeres, de homosexuales, de jóvenes, de personas negras, de indígenas y de otros proyectos vinculares cuya voz todavía no logra articularse un discursos hegemónicos, pero igual desafían los modos de producción de las relaciones de poder[x].

¿Cómo pensar que la salud, entendida en su dimensión amplia, pueda ser tema de agenda si lo que dominan son las políticas de las cosas y las pedagogías de la crueldad?

Ante esto, ¿cómo hacer para que las prácticas de cuidado de la salud no sigan a contramano?

Podemos quejarnos de la sociedad en la que nos toca vivir, o hacernos responsables de la sociedad que reproducimos en cada uno de nuestros actos.

No da lo mismo, no se pueden defender dos posiciones antagónicas al mismo tiempo. Podemos seguir hablando sólo de estadísticas y de tecnológica o incorporar puntos de vista que permitan dar las verdades batallas y poner a la salud donde debe estar. Para eso debemos construir una ciencia que dé cuenta de su eficacia y vitalidad para enfrentar las tendencias que se oponen a la vida. Una ciencia que pueda resolver por sus propios medios los problemas vitales y que demuestre que los problemas que plantean otras fuerzas son falsos[xi]. Para hacer frente a una perspectiva científica biologicista de la salud, debemos comenzar por fortalecer una perspectiva colectiva y poblacional. Nos hacemos responsables de la sociedad que habitamos y que reproducimos cuando comenzamos a revisar qué tipo de vínculos y subjetividades construye la ciencia que sostenemos[xii]. Cuando visibilizamos las estrategias sociales de cuidado que son superadoras de una atención médica que remite a la venta de un producto en el mercado. Cuando diseñamos estrategias de cuidado en clave de interacciones que nos constituyen desde lo profundo de cada ser. Y cuando fortalecemos las capacidades de construir espacios donde se proyecten e incrementen las potencialidades de quienes habitan en cada uno de ellos[xiii],[xiv],[xv].

Para que la salud no esté siempre a contramano, debemos sumarnos a los movimientos que se encolumnan en políticas de la vida, reunir nuestras voces a los discursos que la defienden. Los avances de los grupos libertarios y de las derechas requieren de estrategias que permitan conquistar espacios día a día. Frente al modelo tecnocientífico y biomédico debemos ofrecer propuestas transformadoras que prioricen la dimensión subjetiva y social de la salud. Propuestas que den cuenta de que la ciencia refleja una manera de construir sociedad y que por lo tanto es también actividad y pensamiento político que constituye y transforma a las personas[xvi].

Ante posiciones hegemónicas y mayoritarias cargadas de propósitos, direccionalidades y objetivos, que se edifican a partir de la represión de conjuntos embrionarios que aún conservan su deseo y su pulsión de vida, podemos responder con fuerzas que, aunque pequeñas y moleculares, surgen de singularidades, interacciones y vinculaciones. Deleuze y Guattari llaman a estas transformaciones revoluciones moleculares o microfísicas. Allí, en la microfísica, en lo pequeño, en la fuerza de las contradicciones, allí es donde podemos actuar, visibilizando los territorios que habitamos, que nos construyen y que reconstruimos. Esas son las revoluciones que están a nuestro alcance. Que permiten renovar campos investidos de fuerza y de deseo y que generan creatividad. Investir la ciencia y el campo social de sexualidad, de encuentros, de creación. Donde podamos, pero sobre todo allí donde el sistema dominante y las políticas de las cosas se están debilitando, donde haya fugas, donde la formación molar de la que somos parte muestre alguna de sus fisuras, para conectarnos con las máquinas deseantes que somos[xvii].

Ante los avances de las nuevas derechas y del neoliberalismo, ante sus intentos de que predomine el cinismo y el desaliento, ante sus embates para debilitar los vínculos sociales, los equipos de salud podemos ocupar un rol político y ciudadano y contribuir a cultivar otras formas de vincularnos para que, en cada encuentro, se pueda experimentar un destino común, para construir nuevos mundos que incluyan diferencias y otredades[xviii],[xix].

 

Alejandra Sánchez Cabezas

Vicepresidenta de AASAP y Directora Estratégica de SURCOS.

 



Referencias bibliográficas

 

[i] Sánchez Cabezas, A. (autora y compiladora). Promoción Comunitaria de la salud: un diálogo entre la teoría y la experiencia. (2008). Edit. Don Bosco.

[ii] Álvarez Castaño, L. S. (2009). Los determinantes sociales de la salud: más allá de los factores de riesgo. Revista Gerencia y Políticas de Salud, 8(17), 69-79.

[iii] W. Brown. En las ruinas del neoliberalismo. El ascenso de las políticas antidemocráticas en occidente. Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Tinta Limón, 2020. PP. 24.

[iv] Ídem. PP. 46.

[v] Hayek, F. Law, legislation and liberty. Volume 2: The Mirage of social Justice. Chicago Universuty Press. 1973.

[vi] Hayek, F. Los poderes creativos de una civilización libre. The constitution of Liberty.

[vii] Brown, W. El pueblo sin atributos. La secreta revoluciñon del neoliberlismo. Barcelona, Malpaso, 2018.

[viii] Brown W. En las ruinas del neoliberalismo. El ascenso de las políticas antidemocráticas en occidente. Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Tinta Limón, 2020. PP. 21.

[ix] Segato R. La raíz de la nueva política. (2018). Disponible en: https://lavaca.org/mu130/rita-segato-la-raiz-de-la-nueva-politica/

[x] Feliz Guattari. Para acabar con la masacre del cuerpo.

[xi] Gramsci, A. (2008 )El materialismo histórico y la filosofía de Benedetto Croce

(Buenos Aires: Nueva Visión).

[xii] Batista T, Merhy EE. El reconocimiento de la producción subjetiva del cuidado. Salud Colectiva, Buenos Aires, 7(1):9-20, Enero - Abril, 2011.

[xiii] Merhy EE . Saúde: a cartografia do trabalho vivo. São Paulo: Hucitec; 2002.

[xiv] Jovell A.J. Contrato social y valores en la profesión médica. Rev Adm Sanit 2005;3(3):495-503

[xv] Ramírez-Pérez, M., Cárdenas-Jiménez, M., & Rodríguez-Jiménez, S.. (2015). El Dasein de los cuidados desde la fenomenología hermenéutica de Martín Heidegger. Enfermería universitaria, 12(3), 144-151. https://doi.org/10.1016/j.reu.2015.07.003

[xvi] Gramsci, A. (1998) Notas sobre Maquiavelo, sobre la política y sobre el Estado moderno. Ediciones Fareso. Madrid. Traducción y notas José Aricó.

[xvii] Deleuze G., Guattari F. El Antiedipo. Capitalismo y esquizofrenia. Paidós. 17ª edición. 2001. Pp. 328

[xviii] Batista T, Merhy EE. El reconocimiento de la producción subjetiva del cuidado. Salud Colectiva, Buenos Aires, 7(1):9-20, Enero - Abril, 2011. IDÍM.

[xix] W. Brown. En las ruinas del neoliberalismo. El ascenso de las políticas antidemocráticas en occidente. Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Tinta Limón, 2020. PP. 43

 

©2024 Asociación Argentina de Salud Pública

Search

Comprar Metformina (glucophage) online sin receta Comprar Viagra en Estados Unidos Comprar Cialis super active online Comprar Cialis en Gibraltar online Comprar Cialis Barcelona en España online Comprar Azitromicina 500 mg