Cada día es distinto: a veces siento esperanza y energía, otras, tristeza y resignación. Como médica de familia, veo mi especialidad necesaria pero en riesgo de extinción, agravado por una grieta entre las federaciones del PNA. La descentralización en Córdoba destruyó utopías en salud. Necesitamos más soñadores para mantener la esperanza.
La situación de los profesionales de salud es de desidia y desvalorización. La enfermería está pisoteada, con una carga de trabajo insalubre y sin reconocimiento. Llevo 25 años como enfermera y no se valora mi experiencia. Somos mano de obra barata. Espero que algún día la enfermería sea una profesión digna.
Vivo en incertidumbre y desesperanza. En mi rol, la gente es agresiva y tiene muchas necesidades insatisfechas, exigiendo respuestas. La gestión en educación y salud es complicada; nos responsabilizan, olvidando que también somos personas luchando en tiempos difíciles. Nuestro objetivo es conservar lo logrado y fortalecer la lucha colectiva en un territorio hostil.
Observo un crecimiento de la violencia social y la falta de marcos de referencia en todos los niveles, desde el lingüístico hasta el físico, con indiferencia hacia el otro. Este proceso, ligado a una profunda angustia, comenzó en los años 1990. Al mismo tiempo, hay evasiones imaginarias en el consumo y un crecimiento de las neurociencias e inteligencia emocional, que solo incrementan la angustia.
Actualmente, mis sentimientos son ambiguos. Elegí esta profesión por su rol en la salud pública, pero mi salario no me permite mantener a mi familia. Como padre y trabajador, esto me hace sentir menos en comparación con otros profesionales y me encierra en una incertidumbre. Me sigo formando, pero me pregunto si tanto esfuerzo valdrá la pena.
En nuestra concepción de la APS, una gran cantidad de ciudadanos desamparados, adultos, jóvenes y niños, requieren una movilización sanitaria que mejore sus condiciones de vida. Los jubilados podemos aportar saber y experiencia, apoyados en organizaciones sociales y sanitarias. Seguramente podemos hacerlo.
Tengo 58 años y 43 de carrera en el sistema sanitario. He avanzado desde auxiliar de enfermería hasta obtener 7 másteres, 2 doctorados y otro en curso. Considero que la salud no es solo biomédica, sino que abarca necesidades socio-comunitarias. Me he formado en antropología, sociología, psicología, y más. Lucho por una enfermería autónoma y reconocida, con salarios dignos y formación de calidad. A 7 años de mi jubilación, sueño con un cambio profundo en la profesión, recordando las palabras de Cecilia Grierson: "RES NON VERBA".
Se despide a personal esencial tras 20 años mientras se autorizan horas extras a mantenimiento, algo inaudito en décadas. Las técnicas tituladas no reciben lo que les corresponde por cambios de organigrama, afectando su jubilación. Las decisiones son unilaterales y la política prevalece sobre el bienestar humano. Se promueven cursos de comunicación, pero la profesionalización se ve como un riesgo. Escuchar es gratuito, pero muchos se niegan. El personal político debe superar el miedo a la denuncia para adaptarse a un mundo cambiante y profesionalizar todo el personal de salud.
Los establecimientos de salud, enfocados en funcionar, descuidan las necesidades de la población. La crisis económica y el crimen organizado crean barreras en el acceso y aumentan padecimientos mentales y discapacidades. Sueño con respuestas barriales transformadas en políticas públicas, integración presupuestaria y una revisión de la formación de agentes de salud. Necesitamos actualizar el PMO y fomentar la colaboración entre sectores públicos, privados y de seguridad social, así como entre niveles local, provincial y nacional. Espero que mejoremos la escucha y el diálogo para construir vidas con proyectos.
Trabajando en dos centros de salud en APS, seguimos brindando atención gracias al esfuerzo del gobierno provincial. Percibo un aumento en la demanda de usuarios que antes tenían obras sociales. Las derivaciones a 2° y 3° nivel de atención se demoran debido al incremento de demandas en esos niveles también.
Salvo excepciones,no hay deseo ni tiempo para la escucha del sufrimiento del paciente;también lxs medicxs son víctimas del sistema(mal remuneradxs,poco valoradxs,expuestxs a la violencia y a la seudo información que traen lxs enfermos,influenciadxs por la poderosa industria farmacéutica.
Bajar la calidad de atencion va en desmedro de la salud publica pero no tienen en cuenta que en realidad se gasta mucho mas
Invertir en calidad, seguridad y educacion para conscientizar a las personas que trabajan en salud, es la mejor manera de administrar a conciencia todo lo que se inviertedesigualdades
Como pueblo, solemos relegar en nombre de “ordenar”, perder en nombre de “invertir” y borrar en nombre de “reivindicar”. Ansío que nuestra salud pública no se precarice más y que la salud colectiva renazca con fuerza, que todos los actores no nos ceguemos ante el dolor y compartamos el sufrimiento ajeno.
Hay una crisis de valores. Yo Apuesto a difundir una crianza responsable. Prevención de accidentes, adicciones, proyecto de vida, primeros auxilios, etc..Yo doy el taller en cuatro encuentros en la Universidad de Río Negro.
Trabajo en un hospital de 3er nivel y me formé en investigación con una residencia en salud. Tras la asunción de Milei y la política de desmantelar el Estado, las instituciones a las que proyectaba mi futuro están cerradas o desfinanciadas. La incertidumbre diaria y los salarios precarios disminuyen la motivación y el entusiasmo. La lucha es colectiva, pero las noticias sobre la vulneración de derechos generan angustia que a veces paraliza la acción.
Las fuerzas del cielo están penetrando instituciones, escuelas, hospitales y personas, atacando nuestros valores. Ahora, quienes trabajamos en organismos del Estado somos considerados el mal: vagas, corruptas, ineficientes. El Estado, que es parte de nuestra red vincular, está siendo desmantelado, mientras quienes lideraron el sanitarismo se alinean con esas fuerzas para proteger sus acuerdos, ignorando a quienes trabajaron con y para ellos. Los silencios de quienes en el pasado detentaron poder solo inspiran desconfianza.
El momento actual es muy hostil y, a veces, la desesperanza nos vence. El silencio parece ser la norma, mientras trabajadores de salud ganan 200 mil pesos sin generar escándalo. El Estado, los gremios y los mismos trabajadores esperan un cambio sin actuar. Los intereses individuales prevalecen sobre los colectivos. Cada hogar enfrenta la crisis como puede. El sistema de salud está agotado, con algunos intentando mejorar la vida con acciones mínimas. La salud mental está en peligro y no se advierte, lo que podría dar lugar a nuevas enfermedades.
La precarización laboral afecta a profesionales municipales, provinciales y nacionales, junto con la falta de mantenimiento de los espacios de atención. Defender los derechos a menudo resulta en ataques y violencias solapadas. La desmanicomialización se convierte en una farsa, dejando a muchos a la deriva. El supuesto privilegio de vivienda no incluye a mujeres víctimas de violencia ni a trabajadoras que pagan alquiler.
Es posible reducir las amputaciones por pie diabético en Argentina mediante la kinesiología. Un plan de ejercicios domiciliarios, sin costo, puede abordar factores de riesgo de lesiones. Un protocolo en un hospital público ha mostrado ser efectivo al mejorar el equilibrio, la marcha y el automanejo del pie, reduciendo así el riesgo de lesiones. El sistema de salud debe priorizar la prevención, ya que rehabilitar a personas con amputaciones requiere equipamiento, modificaciones, acceso a centros de rehabilitación y numerosas horas de ejercicio terapéutico.
El sueldo de enfermería refleja el estado de la salud de la población y de los mismos enfermeros. La profesión ha perdido su rumbo, siguiendo a los médicos en la medicalización. En 2019, nos engañaron y no aprendimos. Hoy, muchos profesionales realizan tareas que deberían ser propias de enfermería, como promover un estilo de vida saludable. Para un futuro sustentable, necesitamos una alimentación adecuada y restringir tóxicos ambientales. La emisión de CO2 es una farsa; necesitamos más carne, menos aceites de semillas, más pescado y menos agrotoxicos. Los monocultivos exportados afectan nuestra salud al eliminar insectos, pájaros, árboles y agua.
Quiero sentir que vale la pena, que nuestras dolencias hagan más soportables las vidas de quienes atendemos y las nuestras. Deseo que los equipos de salud no se desgasten ni se desdibujen. Anhelo mejorar la accesibilidad, que cada persona y comunidad tenga su rol e importancia. Espero que los y las residentes sigan comprometidos y que las residencias se fortalezcan como instancias formativas. Que se deje de hablar de APS sin fortalecerla ni defenderla. Apuesto a seguir creyendo y luchando por ella. Un abrazo a todos los equipos de salud del primer nivel. ¡Salud y APS para todos!